Urcututu, un recital memorable: la poesía amazónica se hizo cuerpo, voz y fuego

Percy Vilchez Vela, Ana Varela Tafur y Carlos Reyes Ramírez: Grupo URCUTUTU   

Dicen que en Iquitos no hay cultura. Lástima que justo este martes que pasó, no fueron a comprobar lo contrario. Mientras algunos se aburrían en casa, Iquitos vivía uno de los momentos más intensos de su historia cultural. La poesía llenó la Biblioteca Amazónica. Porque quienes no estuvieron en el recital de Urcututu, se perdieron un abrazo del alma, una noche de belleza sin anestesia. Los que no fueron, que se muerdan los codos. La poesía amazónica vivió una noche irrepetible. El arte no espera, pero a veces —solo a veces— da una segunda oportunidad. No digan luego que nadie les avisó.

La noche del martes 8 de abril de 2025 quedará grabada en la historia cultural de Iquitos como un hito poético. El grupo literario Urcututu, ofreció un recital que desbordó expectativas. En una ciudad donde el quehacer cultural suele ser marginado por las urgencias del día a día, el auditorio estuvo repleto. No hubo asiento vacío. La emoción se sentía en el aire.

Los protagonistas fueron los poetas Ana Varela Tafur y Carlos Reyes Ramírez, miembros esenciales de esa corriente creativa que no solo representa a Loreto, sino que reinventa la palabra desde el corazón de la selva. El poeta Percy Vílchez Vela, figura emblemática del grupo, no pudo estar presente por motivos de salud, pero su espíritu recorrió cada verso.

Desde el inicio, la atmósfera fue íntima, envolvente. Cada poeta introdujo sus textos compartiendo vivencias personales, abriendo puertas a sus mundos interiores y conectando con un público ávido y conmovido. No hubo distancias: había comunión. Cada poema fue seguido por aplausos largos, profundos, como quien celebra haber sido tocado por una verdad.

Ana Varela leyó, entre otros, su emblemático poema "Timareo", cuyos versos fueron citados por el Papa Francisco en su exhortación Querida Amazonía. Su lectura fue estremecedora:

En Timareo no conocemos las letras
y sus escritos
y nadie nos registra en las páginas
de los libros oficiales...

Y así, con la fuerza de la palabra silenciada que se impone, nos recordó que la memoria de los pueblos no cabe en los archivos oficiales. Porque en su poesía, como en la de todo Urcututu, el hombre amazónico no es un decorado pintoresco ni una figura pasiva: es sujeto de historia, testigo del saqueo, habitante del olvido... pero también portador de una palabra transformadora.

Carlos Reyes, por su parte, regaló uno de los momentos más ovacionados de la noche al recitar su poema "Dios", donde Ukamara —figura mítica y sagrada— encarna la cosmovisión amazónica:

Ukamara creó los astros errantes en el infinito
y encajó el microbio que preñó a la boa
de donde nació el primer hombre...

Su poesía, nutrida de saberes ancestrales, revela una espiritualidad cósmica profundamente enraizada en la naturaleza, la caza, los ríos y las estrellas. Un dios “indescriptible y despierto” que habita el monte y los sueños.

Las imágenes del recital hablan por sí solas: el mural de la Biblioteca Amazónica como fondo; los poetas en la mesa, con camisetas del grupo; el público atento, vibrando con cada lectura. No fue un acto más. Fue una ceremonia, un acto de afirmación poética.

La introducción al recital, centrada en el grupo Urcututu, destacó lo que muchos ya intuían: este colectivo no nace en los márgenes, sino en el centro de una búsqueda poética auténtica, rebelde y vital. Urcututu abre trocha en la selva de la indiferencia cultural para que la poesía amazónica tenga el lugar que merece en el arte contemporáneo latinoamericano y mundial.

Esa noche, el alma de Loreto habló. Y habló con voz propia.

¡Larga vida a la poesía de Urcututu y al poder de la palabra amazónica! 

Alberto Vela

NOTA: Una aclaración al articulo anterior: Una ciudad que se olvida de sí misma: el abandono de la memoria urbana en Iquitos. Hecha por el amigo Salomon Rivas: Esa propiedad nunca fue del Sub-Prefecto Javier Méndez Pereira, Capi Méndez. La mencionada autoridad vivió en la casa contigua, la que ahora tiene un paredón de color Verde, ahora luce así porque fue demolida. La casa o casona en mención pertenecía y era propietario de la misma el Dr. MARÍN, el mismo que fue dueño de la conocida CLINICA MARÍN, ubicada en la esquina de MORONA con la calle TACNA. En la casa celeste que está en ruinas y merece ser RESTAURADA, vivía la familia PRADO-RIVAS.

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