Santa Rosa de Loreto: Entre la firmeza simbólica de Colombia y la defensa reactiva del Perú

Con la primera asonada, el año pasado, de este conflicto diplomático, el tema no paso más allá de la pantomima de autoridades civiles y militares en la Isla Santa Rosa, que concluyo con René Chávez y Vladimir Chong asistiendo al baile de "Confraternidad" organizado por la alcaldía de Leticia. Muy hermanos ellos. Esta segunda asonada se dio ayer, después que Vladimir Chong y su sequito de bailarinas, gastando 144 mil soles de las arcas municipales, asistieron otra vez a la llamada “Confraternidad”.

1. Un conflicto que Colombia convierte en política de Estado

El reciente pronunciamiento del presidente Gustavo Petro —afirmando que el Perú ha realizado una “anexión unilateral” de territorio colombiano con la creación del distrito de Santa Rosa de Loreto— no es un exabrupto aislado, sino una muestra de cómo Colombia está elevando a nivel de doctrina de Estado su reclamo sobre esta zona fronteriza.

La decisión de Petro de celebrar la Batalla de Boyacá (una de las efemérides más importantes de Colombia) en la ciudad de Leticia, en plena triple frontera, no es casual ni simbólica: es una declaración geopolítica que busca reforzar la soberanía de Colombia sobre el trapecio amazónico y colocar el tema en la agenda internacional, con un mensaje claro: “Aquí manda Bogotá”.

Colombia ya ejerce hegemonía efectiva en la zona a través de:

  • Infraestructura moderna (Leticia tiene aeropuerto internacional, hospital, universidad, marina, etc.)
  • Presencia militar y policial permanente.
  • Actividad comercial intensa con Brasil y el tráfico de mercancías hacia el Perú.
  • Inversión constante en conectividad, cultura y servicios.

Frente a esa estrategia, el Perú ha estado años ausente.

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2. La reacción peruana: discurso tardío, sin políticas de fondo

Tras las declaraciones de Petro, las respuestas del alcalde de Maynas, el gobernador de Loreto y la ANGR (Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales) han sido políticamente correctas pero estructuralmente débiles.

  • Vladimir Chong (alcalde de Maynas) defiende la creación del distrito de Santa Rosa como “afirmación soberana” del Perú, pero lo hace a través de declaraciones mediáticas que no se traducen en presencia real ni inversión concreta en la isla. Él mismo reconoce que hace semanas estuvo allí y solo “constató necesidades urgentes”. Lo que no dice es por qué esas necesidades siguen igual tras más de un año de su gestión.
  • René Chávez (gobernador regional) señala que Santa Rosa siempre ha sido peruana, apela a hechos históricos (como la separación de Chinería en 1932) y remarca que la declaratoria de distrito no es una anexión. Sin embargo, su respuesta se limita a un comunicado oficial y exhortaciones, sin acompañarse de un plan de desarrollo ni un acto concreto de reafirmación de soberanía (como una base militar, un internado, infraestructura básica y un hospital en Santa Rosa).
  • La ANGR, por su parte, lanza un pronunciamiento institucional apelando a los tratados internacionales (Salomón-Lozano, Río de Janeiro), pero, nuevamente, no plantea ninguna acción específica para acompañar su respaldo a Loreto.

En resumen, el Perú reacciona con declaraciones defensivas, mientras Colombia actúa con visión ofensiva y estratégica.

3. Colombia marca la agenda, Perú se deja arrastrar

Lo más grave es que Colombia está forzando una reinterpretación del territorio mediante la diplomacia pública, y el Perú no ha sabido anticipar ni contrarrestar ese discurso. Petro ha convertido el reclamo en tema de soberanía nacional, con cobertura internacional y carga emocional. Y lo hace mientras:

·         Consolida su hegemonía comercial y militar en la zona.

·         Gana apoyo popular en Leticia.

·         Utiliza la narrativa bolivariana de "reunificación territorial histórica".

Mientras tanto, Perú no ejerce soberanía efectiva sobre Santa Rosa.

Que el Congreso haya creado el distrito es importante en lo legal, pero sin presencia estatal, desarrollo social y afirmación cotidiana, no se defiende soberanía, solo se proclama.

4. La contradicción vergonzosa: confraternidad sin soberanía

Las recientes revelaciones sobre el uso de S/ 144,000 soles de la municipalidad de Maynas para asistir a una fiesta en Leticia durante la llamada “Confraternidad Amazónica” resultan escandalosas en este contexto.

Mientras Petro acusa al Perú de apropiación, y mientras Santa Rosa sigue sin escuela digna ni hospital, nuestras autoridades viajan a bailar en el evento organizado por el alcalde colombiano que, a la par, impulsa la narrativa de la supuesta “anexión”.

Esto mina la credibilidad del Perú. Porque no basta con decir que Santa Rosa es peruana si las autoridades actúan como súbditos en Leticia. Si la “confraternidad” sirve para tapar el abandono de la frontera, estamos hablando de una diplomacia folclórica que encubre la retirada del Estado peruano.

5. ¿Y ahora qué? ¿Qué debería hacer el Perú?

La defensa de la soberanía no se limita a pronunciamientos. Se ejerce. Se construye. Se invierte.

Acciones urgentes que el Perú debe tomar:

  • Plan de desarrollo fronterizo integral para Santa Rosa, con obras inmediatas en salud, educación, transporte y conectividad.
  • Presencia permanente de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en la zona.
  • Construcción de una base cívico-militar en Santa Rosa, como símbolo de presencia estatal.
  • Instalación de oficinas del RENIEC, SUNAT, Banco de la Nación y otros servicios en la isla.
  • Un pronunciamiento firme del Ejecutivo nacional (Dina Boluarte y la Cancillería) exigiendo respeto diplomático a Colombia y reafirmando soberanía sin titubeos.
  • Suspensión inmediata del financiamiento de viajes festivos a Leticia hasta que Colombia retire sus declaraciones hostiles.
  • Iniciativa para que Santa Rosa sea reconocida como “zona de interés estratégico nacional”, con régimen tributario especial y beneficios para atraer inversión y repoblamiento.

Conclusión: Colombia juega a la geopolítica, Perú no puede seguir bailando

El presidente Petro ha puesto el tema en la mesa internacional. Ha interpretado a su favor la historia, los símbolos y la geografía. El Perú ha respondido tarde, con tibieza, y sin hechos. Mientras Colombia organiza su fiesta patria en Leticia para reafirmar soberanía, nuestras autoridades van a la misma ciudad a confraternizar sin haber sembrado un solo poste de electricidad en Santa Rosa.

Ya no estamos frente a una diferencia limítrofe: estamos frente a un problema de desidia nacional.

El Perú tiene una oportunidad histórica: reafirmar soberanía en Santa Rosa con inversión, presencia y desarrollo. Si no lo hace ahora, mañana ya será demasiado tarde.

Alberto Vela

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