Ministerio Público: ¿y cuándo dicen, esta boca es mía?
En Loreto ya no sorprende nada, pero indigna todo. El escándalo que ha reventado en la prensa nacional y regional –fiscales y asistentes de fiscales con hoteles de lujo en la frontera, mansiones en Lima, Arequipa, Iquitos y Yurimaguas– debería tener al Ministerio Público dando la cara, anunciando investigaciones inmediatas, suspendiendo a sus funcionarios para investigarlos y mostrando que, al menos, le interesa un poquito la decencia. Pero no. Silencio absoluto. Ni una palabra. Ni una conferencia. Ni una voz institucional. Nada.
¿No es acaso la Fiscalía la encargada de perseguir el delito
y garantizar que los corruptos no se paseen como señores? Pues parece que en
Loreto, la Fiscalía más bien se ha convertido en la cooperativa inmobiliaria
y hotelera de sus propios funcionarios. Porque, seamos claros: ¿cómo un
asistente fiscal con un sueldo de S/ 2,395 puede aparecer como copropietario de
un hotel de dos millones de dólares en la frontera con Colombia? ¿Cómo es que
fiscales provinciales y superiores tienen departamentos, terrenos, casas, autos que
multiplican por diez sus ingresos oficiales?
El colmo es que los nombres que aparecen en estos escándalos
no son ningunos desconocidos. Son fiscales que todos en Iquitos saben que
“archivan por encargo”, que se reúnen en reservados de restaurantes, que cobran
en efectivo. Y entre ellos, una que brilla con luz propia: Celina Otero,
la fiscal que archivó 171 carpetas fiscales del exgobernador Fernando
Meléndez. ¿Qué clase de milagro jurídico es ese? ¿O acaso no es un favor
político y económico disfrazado de decisión fiscal?
La pregunta cae de madura: ¿quién protege a los corruptos en
Loreto? No son los extraterrestres, es el Ministerio Público. Una
institución que en vez de investigar a los ladrones poderosos, parece trabajar
como su bufete privado. Y lo más grave: cuando los audios, documentos y pruebas
saltan a la prensa, la institución calla. Ni siquiera un comunicado de esos que
redactan en automático. Nada.
Ese silencio no es neutral, es cómplice. Porque mientras más
calla la Fiscalía, más se consolida la impunidad. Mientras más demora en
reaccionar, más tiempo tienen los involucrados para lavar papeles, mover
propiedades, acomodar testaferros y destruir evidencias.
El escándalo de los fiscales con hoteles de lujo no es un
caso más. Es la radiografía de un sistema podrido que se reproduce desde hace
años. Fiscales que deberían perseguir delitos terminan convertidos en empresarios
fronterizos. Asistentes que apenas ganan dos mil soles resultan ser millonarios
precoces. Y todo esto, bajo la mirada muda del Ministerio Público.
La ciudadanía de Loreto tiene derecho a preguntarse: ¿de qué
lado está la Fiscalía? ¿Del lado del pueblo que exige justicia o del lado de
los gobernantes corruptos que saquean la región? Porque con su silencio, con su
pasividad y con sus archivamientos selectivos, el Ministerio Público ya dio una
respuesta: está del lado equivocado.
Y que no vengan después con discursos de lucha
anticorrupción en los aniversarios institucionales, ni con campañas de imagen
para lavar la cara. Si quieren recuperar credibilidad, que empiecen ahora:
suspendiendo a los fiscales involucrados, abriendo investigaciones serias y
transparentes, rindiendo cuentas públicamente. De lo contrario, que no se
ofendan cuando la gente los llame por lo que son: cómplices de la impunidad
en Loreto.
A modo de comentario
Aquí en Loreto la justicia funciona con una lógica bien simple: el que tiene y maneja la plata del pueblo, manda, roba y nunca cae. Así de clarito. Los fiscales lo saben, los jueces lo saben, los periodistas vendidos lo saben y el pueblo también lo sabe. La diferencia es que unos hacen negocios con eso y otros callan resignados.
Mira el libreto: un político de pacotilla llega al poder,
mete la mano en la caja, reparte migajas a los de siempre, paga a los medios
para que lo limpien, a los fiscales para que lo archiven y a los jueces para
que lo bendigan. Y luego se pasea como gran señor, con hoteles de lujo en la frontera,
casas en Lima y camionetas blindadas en Iquitos, mientras la gente sigue
haciendo cola en hospitales sin medicinas y mandando a sus hijos a escuelas que
se caen a pedazos y no aprenden ni a leer ni a sumar.
¿Y quién lo toca? Nadie. Porque aquí la justicia no es
ciega: mira muy bien cuánto le ofrecen antes de decidir a quién archiva, a
quién exonera y a quién condena. Y siempre, pero siempre, se equivoca
“casualmente” a favor de los que tienen plata.
El pueblo se indigna, pero no se mueve. Y así seguimos, con
la misma cantaleta de siempre: el que tiene plata manda, roba y nunca cae. Y si
no tienes plata, peor: caes tú, aunque seas inocente.
¿Querían desarrollo sostenible? Pues ahí lo tienen:
sostenible es la impunidad, sostenibles son los negocios de los corruptos,
sostenibles son los hoteles millonarios levantados con plata robada al pueblo.
El único que no es sostenible es el pueblo, que sobrevive como puede en medio
de tanta podredumbre.
En resumen: en Loreto la justicia es como esos jueces de
fútbol vendidos… siempre pitan a favor del que paga. Solo que aquí no se juega
un partido: aquí se juega el futuro de todos y de Loreto.
Alberto Vela
Fuente de la Información: Diario UNO del 18/08/2025
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