LA SUNAT: INSTRUMENTO DEL ESTADO QUE HUMILLA A LOS HONESTOS Y SE ARRODILLA ANTE LOS EVASORES
En el Perú, ser un pequeño emprendedor honesto puede ser un error. El sistema no solo no te recompensa: te castiga. La SUNAT que debería protegerte, orientarte y ayudarte a prosperar, te abandona cuando más lo necesitas, te humilla cuando buscas justicia y te persigue cuando cometes el más mínimo error burocrático. Pero a los grandes evasores, a las corporaciones poderosas y a los grupos económicos con privilegios históricos, los trata con reverencia, les permite todo, y nunca —jamás— los toca con la misma severidad con la que aplasta a un pequeño contribuyente o a un ciudadano común.
Esta no es una exageración ni un caso aislado. Es la lógica estructural del sistema tributario, judicial y político peruano. Es una práctica sostenida, normalizada y amparada por leyes a la medida del poder. Es la injusticia como política de Estado.
I. El abandono: cuando la SUNAT no está para el que más
lo necesita
Miles de ciudadanos emprenden en la informalidad, no por
evasión deliberada, sino porque el Estado no les ofrece herramientas reales
para formalizarse:
- Los
trámites son engorrosos y hostiles.
- Los
pagos y multas no consideran la realidad del microemprendimiento.
- No
hay asesoría tributaria gratuita y accesible.
- No
existe un régimen verdaderamente promocional para quienes recién empiezan.
Quien intenta formalizarse por voluntad propia muchas veces
se topa con un sistema hecho para recaudar, no para orientar ni acompañar.
Cuando ese pequeño negocio fracasa —como ocurre con la mayoría en sus primeros
años—, el Estado no ofrece red de protección, ni alivio fiscal, ni incentivos
para volver a intentar. Te abandona. Y peor aún, te espera como un
buitre, para cobrarte años después con intereses, recargos y multas que
superan varias veces el capital que alguna vez moviste.
El mensaje es claro: si eres pequeño y fracasas, es tu
culpa. Si eres grande y evades, ya veremos cómo ayudarte.
II. La humillación: la dignidad hecha trizas en una
ventanilla
Basta acercarse a cualquier oficina de SUNAT o a una
comisaría para comprobar el trato desigual que el Estado brinda a sus
ciudadanos según su condición social o económica.
Un pequeño contribuyente que quiere entender por qué se le
ha embargado arbitrariamente una cuenta recibe frases como:
“Ya está en etapa coactiva, no le podemos mostrar nada.”
“Si quiere reclamar, hágalo por mesa de partes y espere.”
“Lo siento, pero usted debió declarar
aunque no haya tenido ingresos.”
El lenguaje es frío, despectivo, robótico. No hay
empatía. No hay humanidad. No hay interés por reparar el daño ni por explicar
el procedimiento. Solo hay una cosa clara: usted ya fue sancionado, y nada
de lo que diga lo salvará. ¡PAGUE!
En cambio, cuando una gran empresa le debe millones al
Estado, las cosas se manejan en otro tono:
- Se
les notifica por canales internos.
- Se
les permite fraccionar o apelar durante años.
- Se
les “acompaña” en mesas técnicas de negociación.
- Y si
es necesario, el Estado calla o incluso les condona parte de la
deuda.
Los ejemplos abundan:
- Telefónica
debe más de 4,000 millones de soles y cambio de razón social y sigue
operando con total normalidad.
- Mineras
y agroexportadoras con millonarias sanciones tienen acuerdos
confidenciales con SUNAT.
- Bancos
que pagaron durante años sumas ridículas de impuestos en comparación con
sus ganancias, reciben el trato de socios estratégicos del país.
A ese nivel, no hay coactiva, no hay embargo, no hay humillación. Hay complicidad. NO COBRAN DEUDAS POR MAS DE 30 MIL MILLONES DE SOLES
III. La persecución: cuando el débil es el blanco
favorito
Lo que le ocurrió a una profesora, cuya cuenta fue embargada
sin previo aviso por una supuesta deuda del año 2015 —de apenas 400 soles,
multiplicada sin explicación a 749—, no es un error, es el procedimiento
estándar contra los pequeños.
SUNAT y otras entidades actúan como máquinas de
persecución contra el contribuyente común. Todo está automatizado para que:
- Si
olvidaste declarar aunque no tuvieras ingresos, te multen.
- Si
no actualizaste una dirección, no te notifiquen, pero igual te cobren.
- Si
no sabes cómo funciona un sistema virtual, no importa: ya te
embargaron.
Y cuando uno reclama, la respuesta es una cadena de puertas
cerradas:
- “Está
en coactivo, no podemos mostrarle pruebas.”
- “Debe
pagar primero y luego reclamar.”
- “No
es nuestra responsabilidad.”
A veces ni siquiera se trata de deudas reales: basta una
presunción, una omisión formal, o un error del sistema para que empiece la
persecución administrativa.
IV. ¿Y los grandes evasores?
La gran pregunta es: ¿por qué el Estado no actúa igual
con las grandes empresas? La respuesta es incómoda pero evidente: porque
no quiere. Porque esas empresas financian campañas políticas, negocian
leyes a su medida y controlan buena parte de la economía nacional.
Porque tienen abogados, lobbies, influencias. Porque son intocables. PREGUNTENLE A PORKY
A ellas no se les embarga por sorpresa.
A ellas no se les dice: “Ya no puede ver su expediente.”
A ellas no se les cobra con ferocidad, sino con cortesía.
Y cuando pierden un juicio tributario, apelan. Y si
pierden la apelación, negocian. Y si no pagan, cambian de razón
social, se reestructuran o simplemente desaparecen... y el Estado lo permite.
V. El mensaje de fondo
El mensaje del Estado peruano es brutal en su claridad:
“Si eres pequeño,
pobre, ciudadano común: cuidado. Te tenemos vigilado y te cobraremos todo, con
intereses, sin disculpas. Pero si eres poderoso, evasor, millonario: tranquilo.
No te haremos daño. Al contrario, te debemos demasiado.”
Este modelo no solo es inmoral e injusto, es también insostenible.
Porque ningún país puede construir ciudadanía sobre la base del abandono, la
humillación y la persecución de los honestos. Y ningún sistema puede llamarse
democrático si su Estado actúa como perro guardián del rico y carcelero
del pobre.
¿Qué hacer?
Hay que denunciar estos abusos. Hay que visibilizar estos
casos. Hay que organizar a los pequeños contribuyentes, comerciantes,
profesionales, técnicos, emprendedores que sufren este tipo de violencia
administrativa a diario. Hay que exigir una reforma tributaria de verdad: no
solo técnica, sino ética.
Y hay que decirlo con todas sus letras:
El Estado peruano abandonó a su gente, humilla a los
honestos y se arrodilla ante sus evasores. Y si no lo enfrentamos, lo
seguirá haciendo.
Alberto Vela
La pregunta que hago a la poblacion es: Para que el estado nos impone a pagar impuestos (18%) por cada compra que hagamos? Segun la constitucion politica, a cambio es estado se compromete a brindar al contribuyente: Un efectivo sistema de Seguridad, un sistema educativo de primer nivel, un amplio y eficiente sistema de salud. Nos asiste el estado con estas obligaciones?? La respiesta es NO. Entonces por que tenemos que pagar impuestos, ppr benwficios quw no recibimos??
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