¡Ahora sí les importa Santa Rosa! (Y piden fusil... después de saquearlo todo)

Qué emocionante. El lumpen político loretano —esa fauna de congresistas, alcaldes misios con camionetas de lujo, asesores reciclados de la corrupción, gobernador, candidatos eternos e improvisados— se han despertado de su siesta infinita. Y no por la pobreza, ni por el hambre, ni por la minería ilegal en el Nanay, ni por el abandono del sistema de salud, ni por el saqueo energético, ni por los niños intoxicados por mercurio en toda la región. No.

¡Se han despertado por una isla!

Sí, la Isla Santa Rosa. Aquella que jamás visitaron, por la que jamás legislaron, que nunca incluyeron en sus presupuestos ni en sus discursos, y que ni siquiera conocen sin un mapa al frente. De pronto, les entró un ataque de patriotismo histérico porque Gustavo Petro —con tono provocador, sin duda— insinuó una vieja aspiración colombiana sobre una posición estratégica en el Amazonas.

¡Y zas! Saltaron como lagartijas sobre brasas.

“¡Dame un fusil!”, gritan algunos desde sus escritorios con aire acondicionado, planillas fantasmas y viáticos sin justificar.

¡Qué valentía! ¡Qué dignidad repentina! ¡Qué súbito amor por Loreto!

Pero claro, uno no puede evitar la risa amarga. ¿Dónde estaban estos adalides del patriotismo cuando el narcotráfico colombiano comenzó a inundar la región con plata sucia, comprando terrenos, políticos, operadores logísticos y hasta fiestas patronales? ¿Dónde estaban cuando las dragas ilegales avanzaron río arriba contaminando el agua de Iquitos? ¿Dónde estaban cuando los pueblos de frontera claman por salud, educación, internet, carreteras, médicos o simplemente presencia del Estado?

Estaban cobrando. O robando. O callando. O todo junto.

Y ahora resulta que el mismo lumpen político que ha dejado a Loreto sin energía, sin autonomía, sin producción ni rumbo, ese que se ha bajado los pantalones frente a empresas saqueadoras, ahora quiere que le den un fusil. Como si el uniforme ocultara la miseria moral. Como si el grito altisonante borrara las décadas de abandono.

Santa Rosa nunca les importó. Como tampoco les importa el Putumayo, ni Ramón Castilla, ni Yaguas, ni el Bajo Amazonas, ni nadie más allá del perímetro del hotel donde se hospedan.

Pero cuando hay cámaras, cuando hay polémica, cuando hay posibilidad de sacar rédito mediático, ¡ahí sí! Ahí aparece el patriota de papel, el defensor de la patria con contrato con el narco, con la minera ilegal, con las constructoras de contratos ilegales, con proveedores del saqueo.

¿Saben qué necesitamos en Loreto?

No fusiles. Necesitamos radar para detectar hipócritas. Y cárceles para los ladrones.

Y urgente.

Alberto Vela