El engranaje perfecto del saqueo: cómo Dina Boluarte y sus cómplices sostienen el poder de la CONFIEP y la SNI

La crisis que vive el Perú no es un accidente, ni un desvío temporal. Es el funcionamiento normal de un sistema corrupto, diseñado para mantener a los ricos en la cima y al pueblo abajo, desorganizado y con miedo. Un sistema donde cada actor cumple su papel con precisión quirúrgica. Y al centro de este sistema, una figura útil, vacía, decorativa: Dina Boluarte.

1. Dina Boluarte: la imagen de la obediencia útil

No gobierna. No decide. No lidera.
Obedece.
Y ese es su único mérito ante quienes verdaderamente manejan el país: la CONFIEP (Confederación de Empresarios) y la SNI (Sociedad Nacional de Industrias). Ambas organizaciones, junto con las grandes mineras, constructoras, bancos y medios privados, necesitan presidentes sin carácter, sin proyecto, sin ideología.  Solo dispuestos a firmar, callar y, si es necesario, reprimir.

Boluarte representa eso: una careta sin ideas, pero con la voluntad de sostener el orden de privilegios con sangre, represión y cinismo.

2. La cúpula militar: garantes armados del modelo

Después de las matanzas de 2022-2023, quedó claro que las Fuerzas Armadas no responden al pueblo, sino a los intereses del poder económico.
Actuaron como ejército de ocupación interna: dispararon contra campesinos, indígenas y estudiantes que osaron levantarse. A cambio, reciben impunidad, más presupuesto y poder político sin control civil. Dina Boluarte les debe la vida (política), y ellos le deben a ella la licencia para actuar sin consecuencias.
Es un pacto de sangre entre traidores.

3. Congreso golpista: fábrica de leyes para el saqueo

El Congreso no legisla para el país. Legisla para su bolsillo y para quienes financian sus campañas.
Aprobó leyes que debilitan la fiscalización, blindan a corruptos y permiten privatizar el Estado. Dina no los confronta. Al contrario, es su socia silenciosa. Les permite gobernar sin freno mientras se simula una democracia en ruinas.

4. Fiscales y jueces: el aparato judicial al servicio del poder

Los crímenes de Estado están documentados. Hay informes, videos, víctimas, familias destruidas.
Pero no hay responsables. La Fiscalía de la Nación y el Poder Judicial han convertido la justicia en una herramienta de encubrimiento.

Los fiscales se especializan en perseguir a líderes sociales y archivar las investigaciones que incomoden al poder económico o militar. Los jueces operan con la misma lógica: castigan a los pobres, absuelven a los poderosos.

5. Medios carroñeros: la narrativa de la dominación

El rol de los grandes medios es crear la ilusión de que todo esto es “normal” y “legal”.
Disfrazan la masacre como “restablecimiento del orden”. Presentan a Boluarte como “constitucional”. Invisibilizan la protesta. Ridiculizan al campesino. Mienten, todos los días.

No son prensa. Son operadores del régimen, bien financiados por la CONFIEP, la SNI y las consultoras de imagen que administran esta dictadura con guante blanco.

6. Un sistema cerrado, aceitado y funcional

¿Quién gana con este sistema?

  • Los grandes empresarios que no pagan impuestos, reciben exoneraciones y siguen extrayendo recursos sin control.
  • Los congresistas que blindan sus delitos y compran votos con obras inútiles.
  • Los mandos militares que ascienden sin rendir cuentas.
  • Los jueces y fiscales que negocian justicia según el precio.
  • Los medios que lucran con la mentira.
  • Y la figura política vacía —Dina Boluarte— que encarna todo eso sin entenderlo del todo.

Es un sistema tan eficiente, que el pueblo parece estar de más.

¿Qué implica esto?

Este no es un gobierno más.
Es un modelo estructural de dominación, donde cada poder del Estado ha sido capturado y puesto al servicio de una minoría económico-política.

Y la figura de Dina Boluarte es la más útil de todas: No tiene partido. No tiene liderazgo. No tiene ideología. No tiene pueblo. Pero tiene el respaldo de los que mandan sin haber sido elegidos nunca: los dueños del Perú.

¿Y ahora qué?

Denunciar no basta. Hay que entender el sistema, nombrarlo, desenmascararlo. Porque si entendemos cómo funciona, también podemos organizar la resistencia.

  • Exponer cada engranaje.
  • Romper el blindaje mediático.
  • Fortalecer la prensa independiente.
  • Apoyar la organización popular real.
  • Resistir desde la memoria, la cultura, la calle y la palabra.

El poder económico ya eligió a su muñeca.
Ahora le toca al pueblo destruir el teatro.

Alberto Vela

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