El Alcalde Regional René Chávez se burla de la Contraloría: inaugura obras con observaciones graves y hace alarde de su impunidad.
Mientras las portadas financiadas con presupuesto público gritan “¡Éxito total!”, la Contraloría —esa molestia institucional que aún sobrevive— lanza informe tras informe repleto de observaciones graves: obras mal hechas, materiales deficientes, protocolos omitidos, pagos irregulares y un mercado que parece más una broma pesada que una infraestructura pública. Pero nada detiene al “alcalde regional” René Chávez: si hay plata y prensa, hay inauguración.
¿Recepcionaron la obra con humedad, moho y un pontón que
se hunde? ¡Por supuesto! ¿Qué importa que se estén violando normas
técnicas, que haya riesgo para la salud, o que los precios hayan sido inflados
con arte de mago? Lo importante aquí es la foto, el titular, el humo.
Y mientras el pueblo camina sobre canaletas con hongos y
escaleras fisuradas, el show continúa. Porque para Chávez, inaugurar es
gobernar. Aunque la Contraloría diga que:
- Se
autorizó el pago de valorizaciones sin aprobación.
- Se
ignoraron observaciones estructurales en el puente basculante.
- Se
omitieron penalidades por trabajos en plazos suspendidos.
- El
personal técnico nunca apareció.
- La
seguridad fue decorativa.
- Y
los adicionales fueron pactados como si esto fuera un mercado persa, no un
contrato público.
Todo eso no importa si hay una tarima, música, arengas y
trabajadores del GOREL obligados a aplaudir por temor a perder la chamba.
¿Y la Contraloría? Bien, gracias. Chávez se ríe en su
cara. Ignora sus informes como si fueran memes de redes sociales. Y la cereza
del pastel: inaugura oficialmente una obra con todas estas observaciones
pendientes, como si el control institucional fuera un chiste.
Esto no es desarrollo, es marketing con presupuesto
público.
Es una campaña electoral encubierta donde la infraestructura
se convierte en utilería, la gestión en farsa, y los ciudadanos en figurantes.
¿quién le brinda el servicio de impunidad a René Chávez?
Porque para que un gobernador inaugure obras plagadas de
irregularidades, se burle de la Contraloría, ignore informes técnicos y siga
campante, hace falta algo más que caradura. Hace falta una red. Aquí algunos
elementos del “servicio completo” que parece blindar a René Chávez:
1. Contraloría sin dientes (o con bozal):
Los informes están, sí. Las observaciones son múltiples y
graves. Pero… ¿y las consecuencias? ¿Dónde están los informes remitidos al
Ministerio Público con pedido de sanciones? ¿Dónde las medidas cautelares?
La Contraloría cumple con el papel de notario de la podredumbre, pero no
muerde, no empuja, no exige.
2. Consejeros regionales domesticados:
Chávez tiene un Consejo Regional que no fiscaliza, no
interroga, no exige respuestas. Si hay sobrevaloración, silencio. Si hay obras
defectuosas, silencio. Si hay denuncias públicas, silencio.
¿Por qué? Porque muchos llegaron ahí con apoyo de la maquinaria del
mismo GOREL, con promesas, cuotas, y ahora cobran su “servicio” con pasividad o
aplausos.
3. Ministerio Público que duerme la siesta:
La Fiscalía Anticorrupción debería estar interviniendo de
oficio. Ya hay indicios, ya hay documentos, ya hay obra inaugurada con
irregularidades explícitas.
Pero el Ministerio Público en Loreto parece una sucursal de mesa de partes:
recibe, sella y archiva.
Y así se garantiza que el delito no moleste al gobernante.
4. Prensa alquilada y pauta como soborno encubierto:
¿Ves titulares críticos en los medios locales sobre esto?
Muy pocos. ¿Quién los financia? Exacto. Pauta oficial, convenios, “coberturas
institucionales”. A cambio, la prensa adula, embellece, omite. Chávez aparece como benefactor, no
como responsable de una obra mal hecha.
5. Empresarios coludidos y funcionarios funcionales:
Las constructoras no son víctimas: son socias. Pactan
precios, omiten partidas, maquillan informes.
Y dentro del GOREL, OPIPP aprueba sin corregir. Supervisores dan conformidad a
trabajos incompletos. Todo encaja.
En resumen: René Chávez no actúa solo. Tiene cobertura
política, legal, institucional, mediática y empresarial. Y esa es la
verdadera maquinaria de impunidad.
Porque como bien sabemos: él sabe que no le va a pasar nada. No es
valentía, es cálculo. Y mientras nadie rompa esa red, seguirá inaugurando
basura con cinta roja.
Alberto Vela
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