Taricayas S.A.: El nuevo negocio “verde” sin campesinos, sin indígenas… y sin vergüenza

El Gobierno Regional de Loreto ha anunciado con bombos y platillos su nuevo megaproyecto ambiental: el repoblamiento de taricayas. Un nombre largo, técnico y retorcido:

“Creación del servicio de apoyo al uso sostenible de la biodiversidad en 4 unidades productoras de 4 distritos de las provincias de Maynas y Mariscal Ramón Castilla”.

Sí, ni ellos mismos entienden lo que han escrito. Pero no importa. Porque lo importante no es el proyecto. Es el show.

La farsa ambiental con aire acondicionado

Miremos la foto oficial del evento: una maloca bien arreglada, sillas de madera, buena iluminación, técnicos con laptops, funcionarios con barriga de viáticos y un periodista preguntando para la forma. ¿Y los indígenas? Bien gracias. ¿Y los campesinos que protegen a la taricaya desde hace generaciones? Desaparecidos.

Ni una madre ribereña. Ni un abuelo con experiencia. Ni un joven que vive del río. Solo viracochas urbanos hablando de conservación… sin conservadores.

Esto no es inclusión. Esto es folklore institucional, con aroma a PowerPoint.

¿Y a quién se le da la plata?

Adivina. ¿A las comunidades organizadas? ¿A los verdaderos cuidadores del bosque? ¿A los que entienden el río mejor que cualquier burócrata? ¡No, por favor! Qué horror.
La plata va, cómo no, a SCORPION CONTRATISTAS GENERALES S.A.C.. Una empresa privada. Un contratista. Otro más.

Porque darle el presupuesto directamente a la comunidad no deja comisión, no se puede inflar, no hay sobrecosto, no hay “diezmo”. ¿Cómo se justifica el sueldo entonces?

El empoderamiento no se terceriza

Invertir en la gente es peligroso. Porque una comunidad empoderada empieza a hablar, a denunciar, a exigir transparencia. Y eso no gusta. Es más fácil mantenerlos dependiendo de la bolsita de ayuda, del kit escolar, del bono y del “gracias doctor”.

Porque cuando tú empoderas a un pueblo, te empieza a fiscalizar, te empieza a cuestionar, te deja de aplaudir.

Y aquí, lo que buscan no es empoderar:
es mantener el control político en manos del contratista, el burócrata y el operador de confianza.

¿Por qué no hacer el contrato con las comunidades?

Porque:

  • La empresa deja comisión. La comunidad no.
  • La comunidad organizada no sirve para la foto.
  • La gente de verdad no usa saco ni habla de “servicios ecosistémicos”.
  • Una taricaya cuidada por campesinos no se licita. No se sobrevalora. No se subcontrata.

Y sobre todo:
Porque no quieren justicia social. Quieren justificar el presupuesto.

¿Qué se debería hacer?

Lo decimos claro:

  • Darles directamente el presupuesto a las comunidades.
  • Capacitar, acompañar, fortalecer su autogestión.
  • Incluir a biólogos, sociólogos y técnicos reales. No operadores ni "Scorpions".
  • Dejar que los verdaderos guardianes del bosque lideren el proceso.

¿Se puede hacer? Sí.
¿Quieren hacerlo? No.

Porque el negocio de la pobreza funciona mejor cuando la gente sigue pobre, y el negocio de la conservación funciona mejor sin los verdaderos conservadores.

Conclusión:

Este no es un proyecto ambiental. Es un proyecto de marketing.
No es un plan de inclusión. Es una operación de exclusión.
No es desarrollo sostenible. Es corrupción sostenible.

Y la taricaya, noble y silenciosa, seguirá poniendo sus huevos en la arena...
mientras los de siempre se siguen llenando los bolsillos.

Aquí va un comentario con filo quirúrgico y bisturí sarcástico, al más puro estilo del Enfermero del Pueblo… para cerrar con broche de cinismo esta joya de “conservación extractiva”:

EL ENFERMERO DEL PUEBLO
(Especialista en detectar infecciones institucionales crónicas)

“¡Qué hermoso es el modelo de desarrollo amazónico versión GOREL! Se llama: ‘conservación tercerizada con facturación incluida’.

Consiste en fingir que te importan las taricayas mientras firmas convenios con empresas que jamás han pisado un desove, pero sí saben desovar fondos públicos como nadie.

Es un arte: no necesitan robar escondidos… ¡lo hacen por convenio, con foto, con micro, con aplauso!

Y lo mejor: no hay campesinos que hagan preguntas incómodas.

No hay comuneros que digan ‘esto ya lo hacíamos gratis, ahora nos quieren cobrar’.

Todo es tan transparente… que hasta podríamos llamarlo 'Corrupción Verde con Certificación ISO'.

Porque claro, el uso ‘sostenible’ de la biodiversidad no incluye sostener al que la cuida, solo al que firma el contrato.

¡Aplausos para el show! Que sigan las taricayas… y que rueden las facturas.”

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