El pulgar arriba: la firma de los inútiles y corruptos que gobiernan en la región y el país
Si un extraterrestre llegara a Perú y analizara las fotos de nuestros políticos, podría pensar que vivimos en un paraíso de eficiencia y progreso. Carreteras perfectas, hospitales de primer nivel, educación de calidad y una economía envidiable. ¿La prueba? Esas imágenes en las que alcaldes, gobernadores y hasta presidentes aparecen sonrientes, con guantes limpios y el pulgar arriba, como si con ese simple gesto pudieran convencernos de que están haciendo algo por el país.
Pero los peruanos ya no compramos el show. Sabemos que el
pulgar arriba no es símbolo de éxito, sino la marca de la corrupción, la
demagogia y la impunidad. Es la firma de los inútiles que gobiernan, la rúbrica
de aquellos que no resuelven nada, pero fingen que sí. Cada foto con el pulgar
alzado es un recordatorio de que estamos en manos de un grupo de estafadores
profesionales que han hecho del engaño su modus operandi.
Un gesto universalmente vacío
En otros contextos, el pulgar arriba puede significar éxito,
aprobación, confianza. Pero en Perú, cuando lo levanta un político, significa
"te estamos robando y no puedes hacer nada". Es la señal de victoria
de los corruptos, la manera en la que nos dicen, sin palabras:
·
"Aquí no pasa nada".
·
"Sigo en el cargo, a pesar de todas mis
denuncias".
·
"Inauguramos esta obra sin terminar, pero
qué importa, ¡foto y listo!"
Las fotos con el pulgar arriba han reemplazado a la gestión
real. No hay políticas públicas, no hay soluciones concretas, no hay visión de
desarrollo. Solo hay poses para la prensa, coberturas pagadas y un guion
repetitivo que se replica en cada municipio, gobierno regional y ministerio.
El circo de la política: fotos, sonrisas y guantes limpios
La escena es siempre la misma: una inauguración, un evento
público o una campaña electoral. El político llega con su séquito de
aduladores, sonríe para las cámaras, se pone unos guantes impecables (porque no
puede ensuciarse, ¡por favor!), y antes de retirarse a su camioneta oficial
blindada, cierra la escena con el infaltable pulgar arriba.
Pero, ¿qué hay detrás de la imagen?
·
Inauguraciones de obras incompletas:
Colegios sin mobiliario, postas médicas sin médicos, carreteras que se
desmoronan a los tres meses. Pero lo importante es que haya foto.
·
"Trabajos" en campo fingidos:
Se ponen chalecos, guantes y hasta agarran una pala por unos segundos. Click.
La imagen está asegurada. ¿Seguirán con la labor después? Ni en sueños.
·
Eventos públicos donde no responden
preguntas: La prensa quiere cuestionarlos, pero no hay tiempo. Solo hay
tiempo para el pulgar arriba y la retirada.
Porque les funciona. En un país donde el aparato mediático
está controlado y donde muchos aún caen en la trampa del "político
cercano", el pulgar arriba sigue siendo un escudo contra la realidad. Es
un código visual que refuerza la imagen de "liderazgo", aunque todos
sepan que el político en cuestión es un inepto o un ladrón.
El cinismo llega al punto en que incluso aquellos que están
siendo investigados por corrupción lo hacen. Gobernadores regionales con
denuncias de desvío de fondos, alcaldes con vínculos con mafias, congresistas
que se reparten el poder como botín... todos levantan el pulgar como si con eso
pudieran borrar sus crímenes.
El significado oculto del pulgar arriba
Si desciframos el mensaje detrás de este gesto, nos daremos
cuenta de que no tiene nada que ver con trabajo bien hecho. En realidad, en el
contexto político peruano, el pulgar arriba significa:
·
"Estoy robando y nadie me detiene"
– La impunidad es tan grande que ni siquiera intentan ocultarlo.
·
"Voy a inaugurar esto solo para la
foto" – No importa que la obra no funcione, lo que importa es la
imagen.
·
"La gente ya se olvidará" –
Confían en la memoria corta de los ciudadanos y en la inacción de la justicia.
·
"Soy intocable" – Aunque salgan
denuncias en su contra, siguen posando con total desparpajo.
La foto que no engaña a nadie
El pulgar arriba, lejos de ser un símbolo de gestión
eficiente, se ha convertido en el sello de la inoperancia y el descaro. Cada
vez que un político lo usa, lo que realmente está diciendo es: "Sigo en el
poder, sigo robando, y sé que no me pasará nada".
Pero el país ya no se deja engañar. La ciudadanía mira esas
fotos con desprecio, las redes sociales se inundan de burlas y memes, y el
pulgar arriba, en lugar de transmitir confianza, se ha convertido en un
recordatorio de que el Perú está gobernado por los peores.
Lo que estos políticos no entienden es que su gesto mecánico
ya no causa el efecto que esperan. Ya nadie cree en sus sonrisas plásticas ni
en sus poses ensayadas. Su pulgar arriba no significa éxito, significa todo lo
contrario: es la firma de los inútiles y corruptos que gobiernan este país.
Los medios: amplificadores de la farsa
Es el teatro perfecto donde los medios vendidos funcionan
como amplificadores de la farsa. No importa que el país se caiga a pedazos, que
la obra inaugurada no sirva o que el presupuesto haya sido saqueado; lo único
que cuenta es la foto bien editada, la nota de prensa complaciente y el titular
vacío que maquille la realidad.
El periodismo adulón no solo los blinda, sino que también se
beneficia del mismo sistema corrupto. Reportajes pagados, entrevistas sin
cuestionamientos, portadas hechas a medida… Todo forma parte de la maquinaria
que mantiene a estos inútiles en el poder, mientras los ciudadanos solo reciben
migajas y promesas vacías.
Si el país quiere cambiar, no basta con indignarse en redes.
Hay que desnudar esta farsa en cada espacio posible, exponer el servilismo de
los medios y dejar claro que ese pulgar
arriba es, en realidad, el símbolo de su fracaso.
Alberto Vela
Comentarios
Publicar un comentario