El Imperio, sus visiones y sus delirios
Basado en el testimonio de Jeffrey Sachs, académico estadounidense y voz crítica del imperialismo moderno
¿Por qué deberías leer esto?
Porque, aunque no vivas en EE.UU., sus decisiones te afectan
todos los días. Porque, aunque creas que lo que pasa en Gaza, Ucrania o Taiwán
queda lejos, en realidad está más cerca de lo que imaginas. Porque mientras tú
haces fila en Essalud o buscas trabajo con sueldo justo que nunca encontraras,
hay quienes manejan el mundo desde Washington sin rendir cuentas a nadie… y
muchas veces, con complicidad local.
Este ensayo —basado en el testimonio del economista Jeffrey
Sachs, un experto conocedor del poder que ahora se atreve a denunciarlo— desnuda
al imperio estadounidense como nunca antes. No desde el fanatismo ni la teoría
conspirativa, sino desde los datos, los hechos y el sentido común.
Aquí vas a entender por qué el mundo está cada vez más al
borde del colapso, quién mueve los hilos de la guerra, y cómo las élites nos
venden “libertad” mientras hipotecan países enteros. Vas a ver que el verdadero
peligro no está en los enemigos que nos muestran, sino en los amigos que se
creen dioses.
Y sobre todo, vas a ver por qué ya no basta con indignarse:
hay que pensar distinto. Porque si no lo hacemos nosotros, lo seguirán haciendo
por nosotros... y no precisamente pensando en el pueblo.
I. El mundo según Sachs: cuando el emperador no solo está
desnudo, sino que además está ciego
Jeffrey Sachs, economista reconocido y exasesor de gobiernos
y agencias internacionales, ha dejado claro que ya no se trata de debatir si
Estados Unidos está en decadencia, sino de asumir que su hegemonía ha entrado
en una etapa terminal. Su intervención reciente desmantela, paso a paso, los
mitos más arraigados del excepcionalismo norteamericano: que su democracia es ejemplar, el rol de estabilizador global, el
compromiso con la libertad y la defensa del derecho internacional.
Sachs dispara con precisión quirúrgica: EE.UU. no solo
actúa por fuera del sistema internacional, lo hace mientras exige a los
demás que se subordinen a reglas que él mismo pisotea. No respetó el derecho
internacional en Irak, tampoco en Siria, y menos aún en Palestina. Se retira de
tratados como el de París o el acuerdo nuclear con Irán sin consecuencia
alguna. Y mientras hace esto, sostiene que es el garante de la paz y el orden
global.
El resultado: una política exterior definida por el
cinismo y la arrogancia, ejecutada por un "establishment más ciego que
un murciélago", que arrastra al planeta hacia múltiples frentes de guerra.
Sachs lo dice sin rodeos: el riesgo de una catástrofe global está más cerca que
nunca, y la elite gobernante de EE.UU. parece no darse cuenta... o no
importarle.
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¿Ucrania hoy, Taiwan Mañana? |
II. El caso Taiwán: ser aliado de EE.UU. es una sentencia
En uno de los momentos más lúcidos (y alarmantes) de su discurso,
Sachs sentencia:
"No hay nada más peligroso para Taiwán que enviarle armas".
El paralelo con el conflicto ucraniano es inevitable. EE.UU.
inyecta armamento a sus "aliados" hasta convertirlos en peones
sacrificables, solo para luego observar, desde la distancia, cómo colapsan. En
palabras que recuerdan el adagio de Kissinger: "Ser enemigo de EE.UU.
es peligroso. Ser amigo, es fatal."
Y esto no es una hipérbole. Sachs sostiene que la seguridad
de Taiwán solo se garantizará mediante la contención, la diplomacia y el
respeto mutuo entre potencias. Todo lo contrario a lo que Washington impulsa
hoy.
III. El fracaso moral de una democracia de cartón piedra
Internamente, el sistema político de EE.UU. ha sido
completamente secuestrado. Sachs no se anda con eufemismos: "El
presidente puede decidir guerras sin consultar ni al Congreso ni al
pueblo."
Eso no es democracia. Eso es un gobierno plutocrático,
donde una elite financiera y militar toma decisiones globales sin el más mínimo
escrutinio público, ayudada por una prensa cómplice que edulcora la barbarie
con titulares como "defensa de la democracia" o "operaciones de
estabilización".
El ciudadano estadounidense promedio, dice Sachs, vive
manipulado, desinformado, excluido del proceso de toma de decisiones, y
solo es útil en dos momentos: cuando vota cada cuatro años y cuando paga
impuestos para financiar la maquinaria bélica. En resumen: una sociedad
secuestrada por su propia élite, que luego se atreve a exportar su modelo
como ejemplo.
Uno de los momentos más reveladores del discurso de Sachs
ocurre cuando relata encuentros con ministros y diplomáticos de Medio Oriente y
Europa. Lo que le dicen es claro: "América ya no es el actor
dominante."
Desde El Cairo hasta Berlín, desde Abu Dhabi hasta Bruselas,
la percepción es la misma: la hegemonía estadounidense no solo ha perdido
legitimidad, sino eficacia. Lo más impactante, sin embargo, fue la falta
de reacción. Ya nadie se sorprende de que el imperio esté de salida. Es un
hecho asumido, incluso por los viejos aliados.
V. Las otras visiones: contrastes necesarios
1. La
visión atlantista — Aquellos que aún defienden el "orden liberal
internacional" sostienen que la hegemonía estadounidense garantizó décadas
de estabilidad. Pero Sachs y la realidad los contradicen: ¿Qué estabilidad
es esa cuando el planeta está más inestable que nunca? Desde Afganistán
hasta Ucrania, pasando por Libia y Gaza, lo que deja EE.UU. es desolación.
2. La
visión realista-conservadora — Algunos, como los herederos de Kissinger,
admiten que el imperio debe reducir su alcance. Sachs coincide parcialmente: EE.UU.
perderá soga y cabra si sigue por este camino. Pero su diferencia clave
está en el aspecto moral: no basta con pragmatismo, se necesita ética y
multilateralismo. Un poder sin legitimidad es un poder que solo genera
rechazo.
3. La
visión del Sur Global — Aquí, Sachs se alinea más claramente. Hay un nuevo
escepticismo global: no creemos más en el mito del “bien necesario”. Ya
no se trata de elegir entre Washington y Moscú o Beijing. Se trata de construir
un mundo donde ningún imperio se arrogue el derecho de decidir por los demás. Y
eso es lo que más aterra a las élites estadounidenses.
VI. Conclusión: el imperio frente al espejo
Jeffrey Sachs no es un radical. Es un académico
estadounidense que simplemente se atreve a decir la verdad: el imperio está
desnudo, y ya no tiene la capacidad de gobernar el mundo sin llevarlo al abismo.
La arrogancia, la hipocresía y la miopía del establishment estadounidense están
erosionando lo que queda de orden global.
Frente a esto, lo urgente no es elegir otro imperio, sino
exigir un nuevo multilateralismo que conjugue pragmatismo con moralidad,
que priorice la cooperación frente al saqueo, y que escuche las voces del Sur
que han sido silenciadas durante siglos.
Porque si algo nos ha enseñado este tiempo, es que el
mito del poder benevolente ha muerto. Lo que queda es el cinismo brutal de los
negocios con sangre. Y la urgencia de construir otra cosa antes de que sea
demasiado tarde. 📌
Alberto Vela
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