25 alcaldes quieren más plata a nombre de los Pueblos Indígenas: ¡El cuento del Fideicomiso Indígena!

Heroicos alcaldes, asesores y congresista, luchando por mas plata para el "desarrollo" de Loreto

La Coartada Perfecta para el Saqueo de los Fondos Públicos en Loreto

El Fideicomiso Indígena, que en su concepción inicial debía ser un mecanismo para reducir las desigualdades y mejorar la calidad de vida de las comunidades nativas de Loreto, se ha convertido en un botín para las mafias políticas y empresariales. A la luz de las recientes acciones emprendidas en la ciudad de Lima por 25 alcaldes del circuito petrolero, el verdadero propósito de este fondo ha quedado al descubierto: no es más que una fuente de financiamiento para los mismos grupos de poder que han lucrado históricamente con la miseria de los pueblos amazónicos.

La Farsa del Apalancamiento: Endeudarse para Enriquecer a los de Siempre

El discurso de los alcaldes sobre el "apalancamiento" del fideicomiso para acceder a más fondos se presenta como una necesidad imperiosa para "cerrar brechas" en infraestructura y servicios básicos. Sin embargo, la realidad muestra que este apalancamiento no es otra cosa que una estrategia para manejar millones sin control, sin transparencia y sin la participación efectiva de las comunidades indígenas.

El hecho de que entre estos 25 alcaldes existan autoridades de ascendencia indígena, como el alcalde de Loreto Nauta, José Daniel Saboya Mayanchi, no hace más que legitimar el saqueo con un rostro de aparente representatividad. Estos alcaldes han decidido imponer un manejo absolutamente vertical del fideicomiso, eliminando cualquier atisbo de participación de las comunidades nativas. De esta manera, el dinero es administrado exclusivamente desde las municipalidades, en beneficio de círculos empresariales vinculados a las gestiones municipales y regionales.

El Modelo de Saqueo: La Mafia de la Construcción en su Expresión Máxima

El patrón se repite una y otra vez: se crean fondos con un discurso de inclusión y justicia social, pero terminan siendo controlados por los mismos actores políticos y económicos. En este caso, el alcalde de Requena, César Noe Caballero, quien preside el Fideicomiso Indígena, tiene un vínculo directo con la industria de la construcción: su hermano es el contratista favorito del gobernador regional de Loreto, René Chávez. Esta relación es clave para entender la maniobra que busca convertir al fideicomiso en una caja chica para los operadores de siempre.

César Noe Caballero, Alcalde de Requena. Presidente del Fideicomiso Indígena

El mecanismo es claro:

  1. Se promueve el fideicomiso con el argumento de desarrollo de las comunidades nativas.
  2. Se coloca en la presidencia del fondo a un alcalde con vínculos directos con el sector construcción.
  3. Se presiona al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) para lograr la ampliación del financiamiento.
  4. Se asignan las obras sin procesos de contratación transparentes, favoreciendo a empresas allegadas a los funcionarios.
  5. Se inflan presupuestos y aparecen obras deficientes o inconclusas.
  6. Las comunidades indígenas, supuestas beneficiarias del fondo, reciben migajas o absolutamente nada.

El MEF: ¿Un Obstáculo Real o un Aliado Disfrazado?

El Ministerio de Economía y Finanzas ha propuesto un "acompañamiento técnico" junto con ProInversión para evaluar los proyectos a financiar con el fideicomiso. Aunque esto podría interpretarse como un intento de fiscalización, también es una oportunidad para camuflar acuerdos corruptos bajo una fachada de legalidad. La pregunta es inevitable: ¿se trata de un muro real contra el despilfarro o de un mecanismo para blanquear decisiones que ya están tomadas? Veremos: ante este muro, junto a sus asesores se fueron corriendo al congreso a pedir ayuda a congresista de Fuerza Popular.

Señores, el MEF y ProInversión haran un "acompañamiento técnico" para evaluar los proyectos a financiar con el fideicomiso. ¡TALAN!

El Fideicomiso Indígena: La Gran Estafa de los Fondos de Desarrollo

Si realmente se tratara de una herramienta para el progreso, el fideicomiso contaría con mecanismos de participación ciudadana, fiscalización independiente y criterios técnicos rigurosos. En cambio, estamos ante un esquema de concentración de poder en manos de alcaldes y políticos oportunistas que ven en estos fondos la posibilidad de perpetuar su dominio y favorecer a sus allegados.

La realidad es que este fideicomiso no ha sido diseñado para beneficiar a los pueblos indígenas, sino para consolidar una red de corrupción que ya ha demostrado su capacidad de drenar millones del erario público sin consecuencia alguna.

La pregunta que queda es: ¿hasta cuándo seguirán utilizando el nombre de los pueblos indígenas como excusa para el saqueo sistemático de los recursos de Loreto? Y, más aún, ¿hasta cuándo la población permitirá que la mafia de la construcción y los operadores políticos sigan lucrando con la miseria y el abandono de las comunidades nativas?

¿Qué pasará si el Gobierno cede?

Si el Gobierno Central cede y permite que este grupo de alcaldes—respaldados por dos viejos operadores políticos con más prontuario que trayectoria limpia—apalancan el Fideicomiso Indígena sin garantizar la participación de las comunidades nativas, se estará amarrando una soga al cuello con un nudo bien apretado.

Primero, porque legitimaría un modelo de saqueo institucionalizado donde los alcaldes, en lugar de administradores del desarrollo, actúan como gerentes de un fondo de inversión privada diseñado para beneficiar a la mafia de la construcción. Segundo, porque cuando los millones se esfumen en sobrecostos, obras fantasmas y contratos direccionados, ¿quién cargará con la indignación de los pueblos indígenas? Exacto: el Gobierno Central, que habrá dejado que le vendan el cuento de la “infraestructura para cerrar brechas”, mientras las verdaderas brechas—educación, salud, acceso a agua potable—siguen abiertas como heridas infectadas.

Lo peor es que, cuando llegue el escándalo inevitable, los mismos alcaldes que hoy exigen “autonomía” serán los primeros en lavarse las manos y señalar al Ejecutivo como responsable de la debacle. Así funciona el juego: primero exprimen la vaca, y cuando la leche se acaba, culpan al granjero. Si el gobierno quiere evitar otro desastre de corrupción monumental, debería dejar de actuar como caja registradora de caciques con apetito insaciable y empezar a exigir mecanismos reales de transparencia y participación comunal. Pero claro, eso supondría ponerle reglas a la fiesta, y todos sabemos que, en Loreto, la única regla es que los de siempre terminen con los bolsillos llenos.

¿Dónde están las organizaciones con sus asesores indígenas?

El silencio de las organizaciones indígenas y sus asesores es ensordecedor. PUINAMUDT, José Fachin. Durante años han reclamado autonomía, autodeterminación y el derecho a decidir sobre los recursos destinados a sus comunidades. Sin embargo, ante este despropósito, parecen haber perdido la voz. ¿Dónde están los eternos dirigentes que aparecen en cada negociación con el Estado? ¿Dónde están los dirigentes y asesores, las ONG, que llenan foros internacionales hablando de justicia para los pueblos indígenas? Hoy guardan un mutismo cómplice, como si el saqueo fuera aceptable cuando viene disfrazado de "desarrollo".

Y luego está el caso del alcalde de Loreto - Nauta, que hasta hace poco era un combativo dirigente indígena y ahora se va quitando la máscara, o ya no le queda, porque su cara ha crecido como una papa rellena. Lo que antes era discurso de lucha hoy es discurso de gestión municipal, con el mismo guion de siempre: "necesitamos más dinero para cerrar brechas". Pero las únicas brechas que cierran son las de su círculo de confianza, mientras las comunidades siguen en el mismo abandono de siempre.

Este es el momento en que las organizaciones indígenas deberían estar alzando la voz con fuerza, exigiendo transparencia y participación en la administración de estos fondos. Pero no, han optado por la estrategia del chunllismo: hacerse los locos, mirar para otro lado y, probablemente, esperar su tajada en el reparto. Porque en este sistema, el que calla no es porque ignora, sino porque negocia.

Alberto Vela

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