268 La Rebelión Necesaria: 13, 14, 15 de Noviembre, Paro Nacional y el Llamado de Hildebrandt
El Perú atraviesa una crisis que no se limita a la política: es una erosión de la estructura misma de su sociedad. Tanto el reciente llamado del periodista César Hildebrandt a rebelarse contra lo que denomina "una organización criminal" en el poder, como la convocatoria al paro nacional durante el Foro APEC en Lima, reflejan un hartazgo profundo contra las élites políticas y económicas que controlan el país. Estas acciones y mensajes son ecos de un malestar contra aquellos que amenazan con destruir la ya frágil democracia peruana.
Los puntos fundamentales que conectan ambas propuestas —la rebelión ciudadana convocado por Hildebrandt y el paro nacional— son expresiones de resistencia y denuncia de una sociedad en la que las instituciones se han vaciado de su sentido original y han sido convertidas en herramientas al servicio de una minoría poderosa. Examinaremos el contexto histórico y político de estas iniciativas, el carácter simbólico y práctico de sus demandas y el desafío que representan para una ciudadanía harta de la corrupción y el autoritarismo.
El Retrato de un Perú Capturado
César Hildebrandt, uno de los periodistas más influyentes del país, realiza una crítica mordaz de la derecha peruana, no como un grupo ideológico, sino como una estructura criminal que usa el poder para asegurar sus privilegios. Hildebrandt denuncia que esta "derecha" ya no representa valores conservadores tradicionales como el libre mercado, la democracia o la religión, sino una maquinaria que emplea el Estado para fomentar el crimen organizado, la corrupción y la economía en negro. Este grupo se ha infiltrado en instituciones esenciales como la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional y la Junta Nacional de Justicia, subordinándolas a sus intereses y debilitando los controles democráticos.
Hildebrandt lamenta que esta "derecha criminal" no sea una opción política legítima, sino una red de individuos inescrupulosos cuyo único objetivo es mantener y expandir su poder a costa de una ciudadanía vulnerable. Él hace un llamado urgente a la rebelión, pues considera que el país está en camino de repetir episodios oscuros de su historia, como la era fujimorista, que es sinónimo de corrupción y autoritarismo en el imaginario colectivo peruano. Para Hildebrandt, la única respuesta viable frente a esta captura del Estado es una resistencia activa que despierte a la sociedad de la inercia.
El Paro Nacional: Una Respuesta Organizada a la Crisis Institucional
El paro nacional convocado por la Asociación Nacional de Integración de Transportistas y la Coordinadora Nacional de Lucha coincide estratégicamente con el Foro APEC en Lima, un evento que atrae la atención internacional hacia el Perú. La decisión de protestar durante la cumbre tiene como objetivo exhibir la incongruencia entre la imagen que el gobierno intenta proyectar hacia el mundo y la realidad de inseguridad y corrupción que afecta a la población. Al no marchar hacia el Congreso, sino a Miraflores —donde se concentrarán los líderes internacionales—, los organizadores del paro buscan un impacto global, usando la protesta para desafiar la narrativa oficial que presenta al Perú como un país estable y próspero.
Este paro no es solo una manifestación de descontento; es un acto calculado de resistencia y de visibilización. Los convocantes afirman que no están en contra del APEC, sino de la narrativa del gobierno de Dina Boluarte y del primer ministro Gustavo Adrianzén, quienes intentan presentar al Perú como un país próspero y seguro, mientras la realidad es muy distinta. El paro, en este sentido, es una forma de romper el silencio y evidenciar la creciente inseguridad, la corrupción y el deterioro de la vida cotidiana de los peruanos. Es una demostración de que los ciudadanos no se sienten representados ni protegidos por un gobierno que consideran usurpador y aliado de intereses criminales.
Rebelión y Paro: Simbolismo y Estrategia en la Lucha Ciudadana
Tanto el llamado de Hildebrandt como el paro durante el APEC revelan una frustración común: la percepción de que la democracia peruana ha sido secuestrada por una élite sin escrúpulos. Ambos actos representan un grito por un cambio radical y exigen una reforma que, restituya el poder a una ciudadanía que ha sido marginada y relegada. Hildebrandt apela al pasado, llamando a los peruanos a recordar el sufrimiento bajo la dictadura de Fujimori como un recordatorio de lo que puede suceder si no se resisten. Por otro lado, el paro nacional ofrece una estrategia que busca visibilizar el problema del Perú a nivel internacional, aprovechando el foro económico para captar la atención de los líderes mundiales.
Es importante notar que ambas iniciativas son formas de "resistencia simbólica". Hildebrandt sugiere una rebelión que tiene más de acto moral que de acción política práctica, un levantamiento espiritual contra la opresión, mientras que el paro emplea una estrategia de "diplomacia pública" para amplificar el mensaje de inconformidad. Sin embargo, ambas acciones se enfrentan a desafíos significativos. Por un lado, el sistema de poder en el Perú cuenta con recursos y estrategias de control social muy sofisticadas. Y, por otro lado, una ciudadanía debilitada y desmotivada se enfrenta al reto de organizarse de manera efectiva y sostenida para exigir cambios reales.
La Democracia en Peligro
Los textos de César Hildebrandt y el paro convocado reflejan una percepción que va en aumento, de que la democracia peruana está en peligro de convertirse en una fachada, en un teatro manejado por fuerzas que no responden a las necesidades ni a los derechos de la mayoría. Hildebrandt lo llama "la muerte redundante de la democracia", una expresión que sugiere no solo una pérdida, sino la repetición de una tragedia histórica. La historia del Perú, marcada por ciclos de autoritarismo y corrupción, resuena en sus palabras, que invitan a la memoria como una forma de resistencia.
La ciudadanía peruana enfrenta una decisión crucial: resignarse a la inercia de un sistema que esta manipulado por el hampa o alzar su voz, como proponen Hildebrandt y los líderes del paro. El desafío no es menor, pues requiere una movilización y una toma de conciencia colectiva que hasta ahora han sido esporádicas y aisladas. Aun así, las iniciativas de rebelión y paro evidencian un potencial: el de un pueblo que, aunque fragmentado y desilusionado, aún posee la capacidad de articular una resistencia significativa.
En conclusión, el Perú de hoy se enfrenta a una encrucijada histórica. La rebelión que propone Hildebrandt y la protesta durante el APEC son manifestaciones de un mismo sentimiento: el hartazgo frente a un sistema percibido como corrupto y autoritario. Ambos llamados son importantes no solo por su contenido político, sino porque obligan a la ciudadanía a reflexionar sobre el tipo de país que quiere construir. En última instancia, el futuro de la democracia peruana dependerá de la capacidad de sus ciudadanos para organizarse, movilizarse y desafiar a las fuerzas que, amenazan con destruir los cimientos de la nación. (Alberto Vela)
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