244 "Contraloría despliega 40 auditores al distrito de Mazan: ¿Dónde están los 80 que se necesitan para construir un dique en el río de corrupción en el Gobierno Regional de Loreto?"

 La danza de la malversación de fondos en el gobierno regional de Loreto, desde viáticos inflados, sobrevaloraciones, encargos internos, y hasta fondos desviados, transcurre sin consecuencias ante la indiferencia de la Contraloría, el Ministerio Público y una sociedad civil cada vez más resignada. Es realmente indignante y sublevante el mal manejo de los recursos públicos en el gobierno regional de Loreto, y la inacción de la Contraloría es un reflejo del tipo de institución que parece más interesada en la apariencia que en la justicia real.

Loreto, una región sumida en la pobreza a pesar de sus inmensas riquezas, se ha convertido en el escenario de una saga que mezcla corrupción y descaro, todo bajo la atenta —y extrañamente pasiva— mirada de las entidades encargadas de velar por el buen uso de los fondos públicos. En el centro de esta historia está el Gobierno Regional de Loreto, con su gobernador René Chávez y su séquito de funcionarios, quienes parecen haber confundido el presupuesto público con una cuenta personal.

Un río de corrupción

Los casos de malversación de fondos en esta administración no son episodios aislados, sino una coreografía bien ensayada, donde los millones se gastan en viáticos, celebraciones y "encargos internos" sin justificación ni consecuencias. Todo ello, mientras la Contraloría, el Ministerio Público y los propios auditores internos observan desde las sombras, con una complacencia que raya en la complicidad.

El despliegue de 40 auditores al pequeño distrito de Mazan genera una pregunta inevitable: si la Contraloría puede movilizar semejante equipo para auditar un presupuesto modesto, ¿por qué no destina el doble de recursos humanos para investigar al Gobierno Regional de Loreto, donde el río de malversaciones fluye incontrolable?

Los viáticos del gobernador: ¡Viajar es vivir!

Uno de los casos más indignantes es el de los viáticos inflados del gobernador René Chávez. Hasta el 15 de agosto de 2024, ha recibido más de 84,000 soles en viáticos para sus constantes viajes a Lima, Pucallpa y otros destinos. En varias ocasiones, ha recibido montos superiores a los 4,900 soles por viaje, cuando el Decreto Supremo N° 07-2013-EF establece que el viático diario es de 380 soles. ¿Qué significa esto? Que el gobernador debería estar fuera más de 12 días por viaje, algo que, a juzgar por sus itinerarios, no sucede.

Y no solo es él. Consejeros regionales y otros altos funcionarios también se han subido a la ola de los viajes financiados por el erario público, con más de 10 millones de soles en viáticos gastados en lo que va del año. Mientras tanto, se despiden a trabajadores bajo el pretexto de "falta de presupuesto". ¿La ironía? Para viajar, siempre hay plata.

UGEL Requena: 872 mil soles en "encargos internos" que nadie vio

Pero si la educación debería ser una prioridad, en el GOREL parece ser una excusa más para desviar fondos. En la Unidad Ejecutora de Educación de Requena (UGEL Requena), se han emitido hasta el 19 de agosto de este año 37 "encargos internos" por un total de 872,040 soles. En junio, por ejemplo, se desembolsaron 141,400 soles bajo este concepto, pero no hay rastro ni explicación de a dónde fue a parar ese dineroY mientras tanto, el dos veces nombrado gerente regional de Educación ¿tan bueno es? Kelvin Corimanya, ni se inmuta ante el escándalo.

FONCOR: ¿Un fondo para la infraestructura o para fiestas?

Quizá lo más escandaloso sea el uso indebido del Fondo de Compensación Regional (Foncor) destinado a inversiones públicas y proyectos de investigación tecnológica, pero usado en Loreto para... fiestas. El 24 de mayo, por ejemplo, se transfirieron 33,682 soles del Foncor para celebrar el "Día del Servidor Público", y el 9 de julio se pagaron 41,000 soles a un notario con el mismo fondo.

Todo esto, por supuesto, violando la Ley 31069, que regula el uso del FONCOR, y dejando en evidencia una administración que ignora descaradamente el propósito de estos fondos. En Loreto, las leyes no parecen más que sugerencias.

La urgencia es evidente

Mientras Mazan representa un área menor con problemas específicos, el Gobierno Regional es la maquinaria central que administra presupuestos multimillonarios, donde cada sol malversado afecta a toda la región. Los viáticos inflados del gobernador René Chávez, los 872 mil soles en "encargos internos" en la UGEL de Requena sin justificación y el uso ilegal de fondos del FONCOR para celebraciones y gastos corrientes, son solo la punta del iceberg de un esquema de corrupción sistemática que, sin una intervención adecuada, parece estar institucionalizándose.

Entonces, si 40 auditores son necesarios para una auditoría a Mazan, ¿cuántos se necesitan realmente para auditar eficazmente la red de corrupción que se ha tejido en el Gobierno Regional de Loreto? 80 podría ser un número conservador, dado el nivel de complejidad y descaro que se observa. Es irónico y preocupante que la Contraloría actúe con celeridad en casos relativamente menores mientras que el epicentro del desvío de fondos permanece virtualmente intocado.

Y lo mismo puede decirse del Ministerio Público. Con tantas pruebas de malversación, desde viáticos inflados hasta fondos desviados, uno pensaría que los fiscales anticorrupción estarían al pie del cañón. Pero no, ellos parecen estar más preocupados por no mover demasiado el agua. ¿Será que esperan una invitación a la próxima fiesta pagada con dinero del FONCOR?

Conclusión: Cuando los controles no controlan, el saqueo se institucionaliza

En resumen, el Gobierno Regional de Loreto se ha convertido en un bastión de la malversación, donde los funcionarios viven a costa del pueblo sin temor a consecuencias. Y mientras la Contraloría sigue siendo un espectador complaciente y el Ministerio Público se oculta tras su inacción, el saqueo continúa, sin freno.

Señores de la Contraloría: ya enviaron 40 auditores a Mazan Cuándo mandan 80 auditores (mínimo) al GOREL? Porque la malversación ahí no es una gota, es un río. 

La inacción que se logre comprobar solo dirá una cosa: Complicidad. No hay termino medio.

 

¡la Contraloría tiene auditores internos dentro del propio gobierno regional! 

Entonces surge la pregunta inevitable: ¿qué auditan estos señores mientras las malversaciones de fondos del Estado siguen ocurriendo con total impunidad?

Uno se imagina que, con auditores integrados dentro de la institución, el papel de estos profesionales sería el de fiscalizar, revisar con lupa cada centavo que sale de las arcas públicas, y asegurarse de que todo esté en orden. Pero parece que los auditores internos en el gobierno regional de Loreto han encontrado un nuevo significado para su rol. Tal vez su trabajo consiste en cerrar los ojos cuando las transferencias millonarias se justifican con conceptos vagos como "encargos internos", que, mágicamente, nunca terminan en rendiciones claras.

¿Será que estos auditores están tan ocupados que no tienen tiempo para preguntar en qué se gastan casi 900 mil soles en la UGEL de Requena? O tal vez piensan que no es importante verificar cómo se despilfarran 10 millones de soles en viáticos mientras se despide a trabajadores por "falta de presupuesto". ¿Y qué decir del FONCOR? Este fondo debería ser intocable, destinado exclusivamente para inversiones públicas y cierre de brechas, pero parece que estos auditores prefieren hacerse de la vista gorda mientras se malversa alegremente en celebraciones, notarios y otros gastos corrientes prohibidos por la ley.

El papel de estos auditores internos, al parecer, es el de cómplices silenciosos de un sistema donde el desvío de dinero público se ha vuelto la norma. Se supone que la Contraloría debería ser un guardián de la transparencia, pero, por lo que se ve, han permitido que los corruptos sigan manejando los fondos del Estado como si fueran su propia billetera. Quizá sería interesante preguntarles si todavía recuerdan lo que significa "auditar", porque parece que la caldera de la corrupción se sigue avivando justo bajo sus narices, y ellos, sorprendentemente, no sienten el calor. (Alberto Vela)


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